lunes, 5 de noviembre de 2018

LIFE IS A BITCH!!! IF IT WERE A SLUT IT WOULD BE EASY

Es muy difícil poner en palabras lo que siento.

Mamá era una persona muy especial. Loca de atar por momentos, pero con un corazón enorme, y una luz interior que es difícil de describir.

La veía como un peluche gigante de hierro imantado. Buena, fuerte como un toro y con un gran poder de atracción. Atraía gente de todo tipo, desde niños y gente de edad avanzada (para no decir viejos), pasando por gente border, hasta las gitanas de punta
de las que la tenía que separar (yo con 10 años) para que no le sigan robando sus cosas.

Mamá era una de las personas más brillantes y generosas que conozco. Tenía momentos de lucidez donde te describía la vida con una profundad admirable. Era generosa a tal punto, que cosa que le regalabas, la regalaba inmediatamente; y aún más importante, hacía todo para ayudar al prójimo y hubiera dado su vida por su gente querida. Ayudaba en iglesias con Zoita e iba con Carmen a escuelas del interior para ayudar a chicos, cuando muy probablemente, era ella la que más ayuda necesitaba.

Mamá era una persona que, aunque no tuvo una larga vida “sana”, vivió intensamente, y dejó una huella enorme. 

Hace unos años me puse a pensar en el complejo de Edipo. Pensé que era imposible que yo lo haya tenido dado que la conocí bastante enferma; pero hoy me doy cuenta que lo tuve, y en cierta medida, lo sigo teniendo. No sólo busco una mujer bella, inteligente y buena como ella; sino que también, una que tenga algún grado de locura,
llamémoslo “excentricidad”. Cuando era chico su “excentricidad” me angustiaba porque no la entendía. Fue recién cuando dejé de tratar de entenderla, y la acepté,
que me permitió acercarme. Esto no sólo me permitió lograr entablar una relación muy cercana con ella que a su manera fue “perfecta”, sino que también me abrió los ojos para poder ver al mundo con más color y con otra perspectiva. 

Mamá no sólo me enseñó a tener empatía, a soñar despierto, a amar sin esperar nada a cambio y a reírme de mi mismo sin pasar vergüenza; sino que también me develó un humor negro con un dejo de acidez, que pocos entienden, aún menos comparten, pero que a mi me fascina, y que fue una pieza fundamental de nuestra relación.

Mamá me enseñó a vivir de una manera distinta: esperar poco y agradecer más.


Mamá, aunque te hayas ido, una gran parte tuya va a seguir viviendo en mí. Sólo espero que en donde estés hayan muchas vinchas, collares, pulseras, licuados de banana y repollitos de Bruselas. 

Te quiero mucho!
Beso grande, en las 2 mejillas, como te gusta a vos.

lunes, 2 de julio de 2018

JEUDI MON GRAND-PÈRE EST MORT

El jueves pasado murió mi abuelo y una de mis figuras paternas.

No soy un fan de los funerales, creo que nadie es un fan de los funerales salvo los pychos, pero si fuera por mi, I would go Irish! Juntaría a todos en un bar con remeras ploteadas con la cara del abuelo donde fluya el alcohol y donde entre risas y llantos compartamos sus historias. Eventualmente todos nos vamos a convertir en historias y va a depender de éstas por cuánto tiempo vamos a ser recordados.

Si se ponen a pensar, es un absoluto milagro que haya vivido tanto. No sólo estuvo secuestrado 3 meses y medio y casado con la Abuela, sino que era un verdadero peligro al volante. Definitivamente el peor conductor que vi en mi vida al que no sé muy bien cómo, a pesar que se confundía el freno con el acelerador, le renovaron el registro año tras año hasta que tenía casi 90!

Cuando era chico al abuelo lo veía inmenso y creo que más que respeto, le tenía terror. Alto, ancho, frío, de poca palabra y duro, muy duro. Según lo que me comentaron, uhm uhm Zoita, cuando nací no me quería nada pero a lo largo de los años fue aprendiendo a quererme hasta que logramos entablar una gran relación que me dejó un gran legado: su amor por la naturaleza, los libros, los viajes y el whisky.

Voy a recordar siempre las caminatas por el parque de La Margarita y el Náutico en las que me enseñaba los nombres de todos los árboles que nos cruzábamos, su ronquido furioso que se escuchaba por toda la casa, su cara roja y sudorosa en la lancha que nos tomamos en Iberá, los dos fines de semana enteros que pasamos pegados a la TV viendo Shogun, sus "ahi ahi ahi Patroclus, Patroclus" mientras sacudía su cabeza de lado a lado cuando le hacía un chiste que no entendía o me mandaba una macana y su cara blanca de asombro cual fantasma cuando le robaron en el subte de Barcelona TODA, literalmente TODA, la plata que tenía para su viaje que recién comenzaba.

Cabeza dura como pocos pero con un gran corazón lo quería mucho y lo voy a extañar aún más.

El otro día se me ocurrió una teoría. Qué si cuando uno muere puede elegir dejar alguna de sus virtudes o vicios a sus seres queridos? Si esto fuera posible, espero que no se vengue de este tributo y me deje sus ronquidos!